domingo, 26 de mayo de 2024

El páramo académico

 

El páramo académico

En el vasto páramo académico; en las cumbres del saber donde las mentes se encuentran y divergen, donde sólo aprendices tenaces y aventurados pueden florecer, se alza un templo sagrado donde las disertaciones son veneradas. Es el páramo académico un terreno agreste, donde cada paso requiere la firmeza de quien busca la verdad. Aquí, en el centro de investigación y docencia se erige la meta a valientes hacia las cumbres de la esencia del saber.

El compromiso entonces, no es sólo un deber, sino una pasión que arde en el corazón de aquellos que buscan trascender, es la primera piedra sobre la que se erige este santuario, es la promesa solemne de dedicación a la búsqueda incansable de la verdad. Es el lazo que une a los eruditos en su viaje hacia la luz del intelecto.

La pertinencia aquí; guía la exploración del conocimiento. Cada investigación, cada tesis, cada artículo publicado, debe responder a las necesidades del mundo real, aportar soluciones a problemas tangibles y contribuir al progreso de la humanidad, este segundo pilar, sostiene la estructura del saber con firmeza. Cada idea, cada teoría, debe encontrar su lugar en el vasto edificio de la comprensión. Sólo aquello que contribuye al desarrollo del pensamiento, merece ser preservado en los anales de la historia magistral.

Ética, cual faro en la niebla, es la guía moral que ilumina el camino del académico y del investigador, es la brújula que les impide perderse en el laberinto de la vanidad y el egoísmo. Sustenta el rigor metodológico y la transparencia en los resultados, los valores que rigen la búsqueda de la verdad en este páramo inclemente. Es el recordatorio constante de que el fin último de la investigación es el bien común, no la gloria personal.

Y en el corazón mismo de este santuario, cual roca firme en terreno movedizo y que sostiene la integridad del estudioso, está la honestidad académica como una antorcha ardiente que brilla como una estrella, haciendo reconocer las limitaciones propias, dar crédito a las ideas ajenas, evitar el plagio y la falsificación de datos, principio inquebrantable en este ecosistema intelectual. Recordándonos que el verdadero valor del aprendizaje radica en ello, el juramento de respetar la verdad por encima de todo, de no sucumbir a la tentación de la falsedad o el engaño. El compromiso inquebrantable de presentar el trabajo propio con honradez y reconocer las contribuciones de otros con gratitud.

En el páramo académico, donde los vientos del cambio soplan con fuerza y las tormentas del debate rugen sin cesar, donde la soledad puede parecer abrumadora y el esfuerzo interminable, encontramos un refugio en la dedicación y la verdad. Porque es aquí, en este terreno áspero y bello, donde se forjan las mentes que cambiarán el mundo, con virtudes que son cimientos que sostienen la fortaleza del conocimiento. Y mientras existan aquellos dispuestos a honrarlos, con su esfuerzo y dedicación, el santuario del saber seguirá en pie, será una luz en la oscuridad de la ignorancia.

En el páramo académico pues; sólo aquellos que abrazan el compromiso, la pertinencia, la ética y la honestidad, pueden alcanzar la cumbre del saber. Sólo ellos pueden transformar la aridez y escasez intelectual, en un oasis de comprensión y progreso para la humanidad.

Julián Luján

viernes, 25 de octubre de 2019

A mi negra

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 Veo tu mirar y siento tu pasión,
eres candela de mi corazón.
Amo tu pelo crespo y su esplendor
que perfuma la vida con amor.

Tu faz cuestiona sin intrigar de más,
sutil me pregunta sin hostigar.
Rendido quedo y al por ti suspirar,
duele el pecho si conmigo no estas.

Mujer de facciones bellas, eternas,
de líneas finas y de piel muy tersa,
sin tus labios hay gélidas avernas.

Contemplo tu rostro, mi pluma versa;
por ti mi locura egregia te escribo,
por tu frescura amada yo suscribo. 

Julián Luján


Sobre la bella pintura.

Hablar de belleza se vuelve poco cuando en la imagen se encierran todos los detalles que hacen que la estética cobre vida. El color y el sentimiento llegan a ser uno en cada suspiro arrancado a través de esa mirada, profundamente expresada. Ciertamente es la representación del amor a primera vista.  Si se ocupa la contemplación entonces se engancha el corazón. Si la observación te hace en trance caer, disculpado estarás ante tanta beldad. ¿Cómo hacer en palabras resaltar lo que brilla por cuenta propia? ¿Cómo hacer que una pintura soberbiamente plasmada no deje marca en el alma? Y, además, está ahí dibujada la femineidad del espíritu con tal carisma que abruma cualquier mirada. Al ver esta pintura, se sabe que lo sublime es eterno, pero en lo humano de ello, sabemos que sólo en el arte dicha hermosura realmente perdura.

Julián Luján
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