Cuando arrecia el desconsuelo.

Cuando arrecia el desconsuelo
sólo dibujo la ralidad del empeño a vivir,
un paisaje que se vislumbra en la intimidad del desengaño,
colores lúgubres de pinceladas tenues
que rayan en la nostalgia, ensueños sin inspiración
y estancados en la lectura de lo ambiguo.
Aquí la pluma es fuente, manantial de cura divina,
arma que embiste monstruos que sólo son molinos de viento,
tinta que esgrime palabras contra el sentimiento
de perder lo aún no ganado.
Cuando arrecia el desconsuelo
palpita el corazón encallado en pensamientos fúnebres,
donde ni la palidez de la luna se asoma,
donde la oscuridad azota y toda luz rehuye.
¡Ay de la noche que me cubre!
Manto frío que empalaga mis huesos,
daga que no corta pero desgarra el alma,
así arrecia el desconsuelo.

Julián Luján