He abierto mi alma entera para grabar en ella páginas fijadas con tinta eximia, líneas que al leerlas no expliquen nada que no sea de la vida estética y de la búsqueda de la amada eterna, la diosa que es madre, hija y abuela, mujer para sólo amarla y quererla pero no entenderla; siendo estas últimas palabras sabias que como consejo quedan.
Soy pues por eso un pergamino viejo, lienzo donde el pintor yerra, soy apenas un esbozo; sólo amigo de la vida e hijo de la sangre yerta pues de la muerte he nacido para jurar amor a la deidad perfecta.
Julián Luján
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