Nacemos
al entorno del sonido,
del
bullicio y del ruido.
Sonido
que se ase de lenguajes,
de
apegos y costumbres.
Aprendemos
mal pues somos ingenuos,
jamás
nos comprendemos.
Nos
convencemos de que ya debemos,
antes
de merecernos.
Todo
nos produce melancolía
mejor
vivir al día.
Escucharle
cantar al mar y viento,
verle
feliz, contento,
crecer,
madurar el silencio interno,
tratando
ser eterno.
Silencio
místico de hondo calado,
sentido
de la calma.
Silencio
rítmico sí, no callado,
de
la quietud del alma.
También
produce melancolía:
olvidando
premuras,
creer
poder rehacer nuestra vida.
Guardar
sueños, locuras
y
recuerdos que se hacen equipajes
endebles
para la vida.
Todo
nos construye melancolía
mejor
vivir al día.
Julián Luján
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